Economía digital y del cuidado

julio 7, 2023

La economía digital es un concepto difícil de definir pues involucra distintos sectores, actividades y labores, como lo menciona el documento Economía Digital para el Cambio Estructural y la Igualdad:

La economía digital está constituida por la infraestructura de telecomunicaciones las industrias TIC (software y servicios TIC) y la red de actividades económicas y sociales facilitadas por internet, la computación en la nube y las redes móviles, las sociales y los sensores remotos. (CEPAL y Naciones Unidas, 2013)

En este sentido, entran todas aquellas actividades que se realizan dentro de un ecosistema digital como lo son el comercio electrónico, la transferencia y uso de datos, las redes sociales, entre otros ámbitos que, a su vez, también interactúan con otros sectores como el logístico, las tecnologías de la información, el comercio, entre otros. Su impacto social y económico es vital y puede actuar como catalizador para el cambio estructural, fomentando la inversión de largo plazo, la diversificación de la estructura productiva y, en general, el desarrollo económico y social (CEPAL y Comisión Europea, 2013 ,p.7). Esto con impactos en el crecimiento y la inclusión social que el desarrollo de las TIC puede ofrecer.

Sobre este último punto de la inclusión social se centrará esta entrada, en particular se hablará del papel de las mujeres dentro de la sociedad y su participación en el entorno digital, entendiendo que en Colombia y en Latinoamérica, histórica y culturalmente han tenido la labor de cuidadoras, pues son las que dedican más tiempo a las labores de cuidado que generalmente no son remuneradas. A pesar de constituir la mayoría de la población (51,2 % en Colombia según el DANE en 2021), participan menos en el mercado laboral (representando el 42,5 % de la fuerza de trabajo de acuerdo con el DANE en el 2021). Además, suelen realizar tareas domésticas que, al no ser remuneradas (según la ENUT), no son contabilizadas dentro del mercado laboral. Estas labores comprenden la producción, distribución, intercambio y consumo de servicios de cuidado. Aunque son fundamentales para el funcionamiento de la economía en su conjunto, han sido subvaloradas durante mucho tiempo.

A continuación, se hará una presentación de la Economía del Cuidado haciendo un análisis de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) y de la Cuenta Satélite de Economía del Cuidado (CSEC) para identificar la situación y contribución de las mujeres y de los desbalances en esta área. Posteriormente haremos un análisis de las potencialidades de la economía digital para mejorar la situación de las mujeres y algunos retos a los que se enfrentan.

Encuesta Nacional de Uso del Tiempo

La economía del cuidado se define como:

…el trabajo no remunerado que se realiza en el hogar, relacionado con mantenimiento de la vivienda, los cuidados a otras personas del hogar o la comunidad y el mantenimiento de la fuerza de trabajo remunerado. Este trabajo de hogar no remunerado incluye los servicios domésticos, personales y de cuidados generados y consumidos dentro del propio hogar, por los que no se percibe retribución económica directa. Esta categoría de trabajo es de fundamental importancia económica en una sociedad. (Ministerio de Salud, s.f)

El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) recolecta en la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) información sobre el tiempo empleado por la población de 10 años y más en actividades de trabajo remunerado, no remunerado y actividades personales desagregado entre hombres y mujeres, que permite evidenciar las desigualdades en la división del trabajo y, a su vez, construir la Cuenta Satélite de Economía del Cuidado (DANE, 2022)

De acuerdo con los resultados de la ENUT para 2020 – 2021, el tiempo empleado en actividades de trabajo remunerado para el total nacional fue en promedio 7 horas 37 minutos diarios para las mujeres, es decir, 1 hora 20 minutos menos que para los hombres. Esta diferencia se ampliaba cuando se trataba de los centros poblados y el rural disperso, en el cual los hombres dedicaban casi 3 horas más en actividades de trabajo remunerado que las mujeres.

Por otro lado, las mujeres dedicaban en promedio 7 horas 44 minutos diarios a actividades de trabajo no remunerado mientras que los hombres dedicaban poco menos de la mitad de dicho tiempo diariamente. De hecho, tanto para el total nacional, como para cabecera y centros poblados el tiempo promedio diario dedicado por los hombres a este tipo de actividades rondaba las 3 horas mientras que el tiempo promedio para las mujeres era igual o superior a las 7 horas 30 minutos, alcanzando el máximo en los centros rurales, en los cuales las mujeres inviertieron 8 horas 33 minutos a actividades de trabajo no remunerado cada día. Además, en tanto que el tiempo promedio diario dedicado por los hombres a actividades de trabajo no remunerado es relativamente uniforme por grupos de edad, como muestra la Figura 1, en lo que se refiere a las mujeres se presenta una cresta entre los 18 a los 49 años.

Figura 1. Tiempo promedio diario por participante en actividades de trabajo no remunerado por sexo y grupos de edad* (hh:mm)

Con relación al suministro de alimentos a personas del hogar de forma no remunerada, las mujeres también llevaban el mayor peso al invertir una hora más diaria en promedio que los hombres. Las mujeres invirtieron en promedio 30 minutos diarios más que los hombres en preparar y/o servir alimentos para las personas del hogar y 10 minutos más en levantar los platos y/o lavar la loza en el hogar que los hombres diariamente.

El 13 % de las mujeres de 10 años o más participaba en actividades de cuidado no remunerado con menores de 5 años pertenecientes al hogar, frente al 7,9 % de los hombres del mismo grupo de edad. A nivel regional, la participación más baja entre las mujeres se presenta en la región Central del país (10,5 %), seguida de Bogotá (10,8 %) y de la región Oriental (13,3 %), no obstante, todas las regiones se caracterizan por una participación mayor de las mujeres respecto a la de los hombres para este tipo de actividades.

Figura 2. Participación (%) en actividades de cuidado no remuneradas con menores de 5 años pertenecientes al hogar por región

De la distribución por grupos de edad, se observa un incremento en la participación para las mujeres entre los grupos de 18 a 39 años en actividades de cuidado no remuneradas con menores de 5 años del hogar. El incremento en la participación de los hombres ocurre en el grupo de los 30 a los 39 años, momento a partir del cual empieza a disminuir progresivamente.

Figura 3. Participación (%) en actividades de cuidado no remuneradas con menores de 5 años pertenecientes al hogar por grupos de edad

El DANE, por su parte, define la carga global de trabajo como “el tiempo diario promedio destinado a actividades de trabajo remunerado y no remunerado para la población que realiza actividades de los dos tipos de trabajo; es decir, para personas que se encuentran ocupadas en el mercado laboral y también realizan trabajo no remunerado” (DANE, 2022). La carga global de trabajo de las mujeres en el total nacional fue de 13 horas 31 minutos de acuerdo con los resultados de la ENUT de 2020 – 2021, mientras que para los hombres fue de 10 horas 41 minutos. Esta diferencia entre la carga de trabajo entre hombres y mujeres se ampliaba en las regiones Caribe, Pacífica y Bogotá y en los grupos de edad de los 18 a los 39 años, en los cuales las mujeres gastaban más de 2 horas 50 minutos de trabajo remunerado y no remunerado que los hombres. Esto se reflejaba en que 10,9 % de las mujeres de 10 años y más consideraba que el tiempo no le alcanzó para realizar todas sus actividades, frente al 7 % de los hombres del mismo grupo poblacional.

Cuenta Satélite de la Economía del Cuidado

Con el objetivo de visibilizar la importancia y la contribución, sobre todo de las mujeres, al desarrollo económico y social del país desde las actividades de cuidado, se promulgó la Ley 1413 de 2010 en Colombia, que regula la economía del cuidado en el Sistema de Cuentas Nacionales. Esta ley define la economía del cuidado como el trabajo no remunerado realizado en el hogar, que incluye el mantenimiento del hogar, los cuidados a otras personas dentro del hogar o la comunidad, y el mantenimiento de la fuerza laboral remunerada.

A pesar de que las labores de Trabajo Doméstico y de Cuidado no Remunerado (TDCNR), como lo indica su nombre, no son remuneradas, contribuyen a que el sistema económico se mantenga pues sostienen a la fuerza laboral. Con este objetivo, la CSEC es una herramienta que organiza y registra la información económica del trabajo de cuidado no remunerado en Colombia a partir del análisis de la distribución de tiempo recogida en la ENUT con la que se obtiene el valor económico del TDCNR con el cálculo del costo de reemplazar dichas horas al ingreso promedio por hora en el mercado laboral. (DANE, 2022)

Esta cuenta satélite tiene una periodicidad de recolección trienal y hasta el momento se han aplicado para los años de 2012-2013, 2013-2017 y 2020-2021. La CSEC tiene en cuenta las siguientes actividades: Suministro de alimentos, Mantenimiento del vestuario, Limpieza y mantenimiento del hogar, Compras y administración del hogar, Cuidado y apoyo de personas Voluntariado. Los resultados para 2021 indican que el valor económico de TDCNR fue de COP 230.338 miles de millones, lo que representa el 16,6 % del PIB colombiano en ese año.

Al analizar los resultados por sexo, se encuentra que las mujeres aportan más en valor y horas al TCDNR para todos los años, sin embargo, ha habido un descenso con el pasar del tiempo. Para 2012, las mujeres aportaron el 79,1 %, mientras que para 2017 fue de 76,7 % y para 2021 de 75,9 %, como se muestra la Figura 4. En particular para 2021, las funcionalidades en la que las mujeres aportan más valor monetario son: Suministro de alimentos en donde aportan 84,3 % del valor monetario total para esa actividad, seguido de Limpieza, mantenimiento y reparación para el hogar con un aporte de 71,5 % del COP 68,5 billones. En la funcionalidad de Compras y administración del hogar, se evidencia una contribución entre hombres y mujeres más o menos balanceada en donde los hombres aportan el 47,6 % del valor monetario de esta actividad (Ver Figura 5).

Figura 4. Valoración económica a precios de 2021 de TDCNR 2012, 2017 Y 2021 por sexo

Figura 5. Valoración económica TDCNR 2021 por actividades y sexo

Si bien las mujeres aportan más valor a todas las funcionalidades, las mujeres y hombres distribuyen su tiempo y, por tanto, valor en labores de cuidado, de manera distinta. En el caso de los hombres, generan más valor en la funcionalidad de Limpieza, representando el 35,2% del valor total de los hombres en el TDCNR. Le siguen las funcionalidades de Compras y administración del hogar con un 23,5% y Suministro de alimentos con un 21%. Por otro lado, las mujeres generan más valor en la funcionalidad de Suministro de alimentos, representando el 35,7% del valor total de TDCNR en las mujeres, seguido de Limpieza y mantenimiento del hogar (28,1 %) y el Cuidado de personas 17,9 %. En general, las mujeres aportan el 75,9% del valor total en las labores de cuidado no remunerado. La distribución del valor en el TDCNR sigue el mismo orden que el de las mujeres, ya que son ellas las que realizan la mayor contribución en estas actividades.

Figura 6. Distribución del valor TDCNR por sexo y total 2021

Si se analiza por dominio territorial se evidencian mayores desbalances, pues, si a nivel nacional las mujeres aportan el 75,9 % del valor de TDCNR, en los centros poblados y rural disperso es de 77,7 % (a pesar de que son el 48,13 % de la población rural (DANE, 2020)), y en las cabeceras se sitúa en 75,3 %; es decir que, en las zonas rurales las mujeres aportan más valor a las labores de cuidado y, por tanto, existen mayores desbalances en la realización de estas tareas dentro del hogar. Esto se relaciona con la división del trabajo pues la ruralidad se caracteriza por tener una tasa global de participación (TGP) de mujeres (39,1 %) más baja que la de los hombres rurales en 35,9 puntos porcentuales (p.p), ya que su TGP es de 75 % y mujeres en zonas urbanas pues la mayoría de las mujeres inactivas en el mercado laboral se dedican a actividades de trabajo no remuneradas (DANE, 2020, p.14).

A nivel regional también se encuentran diferencias pues en la región Atlántica las mujeres aportan el 79,4 % del valor de TDCNR y la Pacífica cuenta con un aporte de las mujeres de 76,4 %, lo que está por encima del total nacional (75,9 %). Las regiones en las que las mujeres menos tienen aporte de horas son San Andrés con 65,6 % y Bogotá con 73,4 % del total de las horas totales dedicadas a TDCNR.

Figura 7. Valor económico de TDCNR 2021 por dominio territorial y sexo

Las mujeres dedican más horas y por tanto generan más valor en las funcionalidades de TDCNR, esto como consecuencia de la división sexual del trabajo y por los estereotipos culturales que asigna a las mujeres la labor de cuidadoras y a los hombres la de proveedores. Esta situación causa que las mujeres participen menos en el mercado laboral formal (que por definición en la economía es remunerado) y que tengan menos autonomía monetaria (Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la mujer et. al., 2004, p.14).

El comercio electrónico y por tanto la digitalización, al ser un requisito previo, ofrecen una alternativa para que las mujeres mejoren su situación económica porque:

• Brinda la oportunidad de emprender, obtener ingresos y con ello ganar empoderamiento económico, debido a que “las TIC abren una serie de posibilidades que les permiten entrar en espacios de negociación y comercialización u oferta de sus productos, compensando muchas veces la carencia de movilidad física, disposición de transporte o simplemente falta de acceso a la información necesaria” (CEPAL, 2013, p. 58).
• De acuerdo con un estudio realizado por la Alliance for Affordable Internet (2021) en 32 países, se han perdido mil millones de dólares en PIB en los últimos 10 años como producto de la exclusión de las mujeres del entorno digital. Por lo que cerrar estas brechas no solo incrementaría el bienestar de las mujeres si no de la sociedad en general. Además, “la conectividad digital podría ayudarnos a cerrar la brecha de género en el mundo laboral y esto representaría un aumento del 35% del Producto Interno Bruto (PIB) en el mundo, de acuerdo con estimaciones del Fondo Monetario Internacional” (Garcia, A. & Dalio, M., 2022). La inclusión femenina en el mercado laboral y en la toma de decisiones ayudaría a mejorar los procesos de innovación y la toma de decisiones ya que “una mayor representación femenina en los consejos de dirección está relacionada con un mayor número de reuniones y elevadas tasas de asistencia y participación” (BID, 2022).
• Es flexible pues puede realizarse desde cualquier lugar con conexión a internet y por tanto puede acoplarse al tiempo disponible de tal forma que sea compatible con sus funciones no remuneradas dentro del hogar.
• Otras investigaciones han evidenciado que “las tecnologías digitales aumentan la actividad económica de las mujeres mejorando el acceso a los mercados, los servicios y la información, y que las economías con mayores niveles de actividad empresarial femenina son más resistentes a las crisis financieras” (McKinsey 2015 como se citó en Garcia, A. & Dalio, M., 2022).

Aunque el comercio electrónico potencialmente es una herramienta que empodera económicamente a las mujeres, es una realidad que primero se deben superar brechas en términos de habilidades digitales para que su actividad en el comercio electrónico sea exitosa. Estas brechas son resultado de inequidades y estereotipos en áreas como la educación, el entrenamiento profesional, el empleo y el acceso a ingresos (CEPAL, 2013, p. 7). Es necesario formular políticas públicas que reduzcan estas brechas y que se articulen actores privados que ofrezcan servicios, como, por ejemplo, educativos, para formar en habilidades digitales y conocimiento del entorno del comercio electrónico a las mujeres.

Con el objetivo de aportar a la diminución de brechas, la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico ha diseñado un programa llamado Ya Estoy Online, que tiene una sección especializada para mujeres microempresarias, con apoyo de la Vicepresidencia de Colombia y del SENA, que sensibiliza y aporta a las mujeres participantes del programa competencias de liderazgo femenino que son vitales para el desarrollo de sus emprendimientos. Esta herramienta gratuita contiene charlas y módulos cortos dirigidos a promover el uso de la tecnología, la innovación, finanzas y el empoderamiento femenino que, además, son dictadas por mujeres líderes empresarias del Consejo Asesor Presidencial de Empresarias de Colombia.

Brechas en habilidades digitales

“La brecha digital de género incluye todos los ámbitos en los que las mujeres tienen menos oportunidades para acceder, usar y participar en el ecosistema digital, así como en la creación y el desarrollo de las tecnologías de la información y comunicaciones” (CEPAL, 2019, como se citó en CEPAL, 2022). El concepto de brecha digital puede ser normalmente relacionado con brechas de conectividad, pero en los últimos años, con la expansión de las TIC se ha ido ampliando dicha definición. La CEPAL (2022) propone tres niveles para esta brecha: i) acceso a internet, ii) uso y frecuencia de uso del internet y iii) resultados que obtienen las personas a partir de la conectividad.

Según la ENTIC Hogares 2021, la proporción de mujeres de 5 años y más que utiliza internet es de 66 % mientras que para los hombres es el 64,1 %. En lo referente a la frecuencia de uso, los resultados son similares para hombres y mujeres, sin embargo, hay pequeñas diferencias. Por ejemplo, la proporción de mujeres que utiliza internet todos los días de la semana (72,2 %) es menor que la de los hombres (72,4 %). Si bien la brecha pequeña, tan solo de 0,4 pp, se encuentran mayores diferencias en el uso y de las habilidades digitales por sexo.

Figura 8. Participación en actividades de ofimática, entretenimiento o consulta de información en línea según sexo

Haciendo un acercamiento a actividades de uso del internet, relacionadas con ofimática, consulta de información o descarga de contenidos de entretenimiento, reportadas por la ENTIC Hogares 2021, también se encuentran diferencias entre hombres y mujeres.

Respecto a habilidades de ofimática, como enviar o recibir correos electrónicos, usar software en línea para editar documentos, hojas de cálculo o presentaciones, se evidencia una proporción relativamente menor de mujeres de 5 años o más que usaron internet para este tipo de actividades que la proporción de hombres para el uso de las mismas herramientas, como muestra la Figura 8. En otro tipo labores, como la búsqueda de información de entidades del gobierno, participaron 12,8 % de las mujeres internautas de 5 años o más durante 2021, frente al 13,6 % de los hombres del mismo grupo de edad.

Sin embargo, en tareas relacionadas con la descarga de contenidos desde la web, la diferencia de proporciones entre hombres y mujeres va incrementando. Por ejemplo, en la descarga o visualización en línea de imágenes, videos, películas o música, participaron 64,4 % de las mujeres usuarias de internet mientras que 68,2 % de los hombres utilizaron internet para ese tipo de actividad. Mientras tanto, 38,6 % de los usuarios de internet de 5 años o más realizaron la descarga de software o aplicaciones frente al 33,7 % de las usuarias de internet. La brecha es más amplia en el uso de internet para la descarga de juegos o los juegos en línea, en las cuales participaron el 30,4 % de los hombres y el 18,5 % de las mujeres.

Figura 9. Participación en actividades financieras, laborales o trámites en línea según sexo

En cuanto a las actividades en internet relacionadas con la compra de bienes y servicios, el sector financiero, la búsqueda de empleo y las redes laborales o profesionales, se observa una menor participación de las mujeres como se percibe en la Figura 9, en donde la línea de las mujeres en rosado se encuentra más cerca al centro de la gráfica.

La brecha de género es especialmente notable en: primero, el uso de redes laborales o profesionales, donde solo el 20,6% de las mujeres que utilizan internet realizan esta actividad, en comparación con el 25,6% de los hombres; segundo, en la realización de transacciones bancarias y otros servicios financieros en donde el 23,2 % de las usuarias de internet lo realizan en comparación con el 25,8 % de los hombres; y tercero, en la actividad de compra de bienes o servicios en donde la diferencia entre hombres y mujeres es de 1,2 puntos porcentuales, pues el 20,2 % de los usuarios de internet hacen compras en línea mientras que en las mujeres esta proporción es de 19 %.

Por otro lado, se observan brechas de género más reducidas, pero aún presentes, en la participación en plataformas de financiamiento, venta de productos o servicios en línea, búsqueda o presentación de solicitud de empleo y en la generación de planilla y/o pago de la seguridad social. Por ejemplo, el 15,9 % de las usuarias de internet mayores de 5 años usa esta herramienta para buscar o solicitar un empleo, mientras que esta cifra para los hombres es de 16,6 %.

Reflexiones finales

Como se mencionó antes, la economía digital abarca diversos sectores y actividades relacionadas con la infraestructura de telecomunicaciones, las industrias de las tecnologías de la información y las comunicaciones, las redes de actividades económicas y sociales facilitadas por internet, la computación en la nube y las redes móviles. Su impacto en el desarrollo económico y social es vital, ya que actúa como catalizador para el cambio estructural, la inversión a largo plazo y la diversificación de la estructura productiva.

Es importante destacar el papel de las mujeres y la situación de desigualdad que enfrentan en el ámbito laboral y doméstico. Históricamente, las mujeres han desempeñado roles de cuidadoras y han dedicado más tiempo a labores de cuidado no remuneradas, lo cual ha influido en su participación laboral y en su contribución económica.

Los datos de la ENUT muestran que las mujeres dedican menos tiempo al trabajo remunerado y más tiempo al trabajo no remunerado en comparación con los hombres. Además, se observa una brecha significativa en la participación en actividades de cuidado no remuneradas con menores de 5 años, donde las mujeres tienen una mayor responsabilidad. Por su parte, la CSEC visibiliza la importancia monetaria y/o económica del trabajo de cuidado no remunerado realizado principalmente por las mujeres. Aunque las mujeres aportan más valor y horas al trabajo de cuidado no remunerado, existen desbalances en la distribución de estas tareas que deben ser superados, además se debe entender y tener en cuenta interseccionalidades que por ejemplo indica que este desequilibrio de tareas se acentúa en las zonas rurales, donde las mujeres asumen una carga aún mayor en las labores de cuidado.

La economía digital puede ser una herramienta para mejorar la situación de las mujeres, ya que ofrece oportunidades de empleo flexible y acceso a nuevos mercados. Sin embargo, también presenta desafíos que deben ser superados, como la brecha de género en el acceso a la tecnología y la falta de inclusión de las mujeres en roles de liderazgo en el sector, para que así la economía digital contribuya a la inserción de las mujeres en el mercado laboral y con ello el mejoramiento de las condiciones de vida y autonomía monetaria.

En conclusión, es necesario promover políticas, programas, proyectos y medidas desde el ámbito público, privado y público-privado que reduzcan las brechas en habilidades digitales y que promuevan la inserción de las mujeres en la economía digital que sigue en expansión. Un ejemplo destacado de esto es la plataforma “Ya Estoy Online”, la cual cuenta con un apartado dedicado a mujeres. En este espacio, mujeres líderes en emprendimiento ofrecen charlas que resultan muy útiles para futuras emprendedoras en el mundo digital en Colombia y que en 2022 certificó a cerca de 1032 microempresarios de los cuales el 73,3 % eran microempresas lideradas por mujeres.

Aunque es importante valorar y reconocer el trabajo del cuidado de las mujeres, también se deben realizar esfuerzos en disminuir las cargas de trabajo no remunerado dentro del hogar por parte de las mujeres para que así dediquen más tiempo a la vida laboral, el desarrollo personal y profesional. Esto contribuirá a un desarrollo económico más inclusivo y sostenible, donde todas las personas tengan igualdad de oportunidades y reconocimiento en el ámbito laboral y doméstico.

Para enviar sus comentarios o recomendaciones: maria.basto@cce.org.co y/o eva.ramirez@cce.org.co

REFERENCIAS

Alliance for Affordable Internet. (2021). The Costs of Exclusion: Economic Consequences of the Digital Gender Gap. Web Foundation.

BID. (2022). La dimensión de género en la transformación digital empresarial de América Latina y el Caribe

CEPAL. 2022. Digitalización de las mujeres en América Latina y el Caribe: acción urgente para una recuperación transformadora y con igualdad

CEPAL. 2013. Women in the digital economy. Breaking through the equality threshold.

CEPAL. 2013. Mujeres en la economía digital: Superar el umbral de la desigualdad.

CEPAL y Comisión Europea. 2013. Economía digital para el cambio estructural y la igualdad.

Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). 2020. «Mujeres rurales en Colombia». 37.

Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). 2022. Cuenta Satélite de Economía del Cuidado 2021

Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). 2022. Encuesta Nacional de Uso del Tiempo 2020-2021

Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la mujer, CEPAL, y Unidad mujer y desarrollo. 2004. «Entender la pobreza desde la perspectiva de género». (52):70.

Garcia, A. & Dalio, M. (2022). Aumentar la inclusión digital de las mujeres puede impulsar la recuperación económica en la postpandemia.